La historia de Shadow Fall nos sitúa después de los sucesos de Killzone 3, con el planeta Helghan definitivamente arrasado y la amenaza de esta nueva especie humana aparentemente terminada. Como gesto humanitario tras matar a mil millones de Helghan, la ISA (Alianza Estratégica Interplanetaria) decide otorgar a los supervivientes un espacio donde vivir, que no es otro que medio planeta Vekta, precisamente el que atacaron en el primer Killzone.
Lejos de estar bajos de ánimos tras la derrota, los Helghast toman el control de su mitad de manera brutal, poniendo en graves dificultades a los rezagados en pasar a la otra parte de la ciudad, creando un clima de tensión que en la siguiente década evolucionará hacia una especie de guerra fría entre las dos mitades del planeta: La limpia y luminosa humana, desconfiada hacia los Helghast y bastante descontenta por tenerlos como vecinos, y la poblada por los Helghan, que son maniqueamente malvados, no respetan el medio ambiente y obviamente quieren vengarse por sus derrotas de los tres Killzone anteriores.
El título nos familiariza con esta situación con unos curiosos primeros momentos del juego en el aprendemos los controles mientras conocemos a nuestro protagonista y su historia personal, pero hay que decir que no hace demasiado para transmitir el trasfondo a los jugadores. Quienes hayan jugado a anteriores Killzone y seguido el desarrollo de este Shadow Fall durante los últimos meses entenderán bien lo que sucede y cuál es la situación. Como si los desarrolladores asumiesen que todo el mundo es así, quienes no lo hayan hecho se encontrarán bastante perdidos al principio del juego, sin saber bien contra quién luchan, dónde y por qué. En cualquier caso, los vistosos gráficos, la acción y la tecnología futurista hacen que la historia pase a un segundo plano pronto, mientras intentamos matar a todo lo que tenga ojos brillantes sin provocar una guerra abierta entre las dos mitades de la ciudad.
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